Save the Children y HSBC atienden a niños migrantes
Este año, HSBC apoya a Save the Children y juntos ponen en marcha un proyecto para la Atención y la Prevención de la Migración no Acompañada de Niños, Niñas y Adolescentes en sus Comunidades de Origen.
“Este nuevo proyecto se llevará a cabo en 4 estados de la República, abarcando las siguientes localidades: Tijuana en Baja California; San Andrés Calpan, Ozolco y Atzala en Puebla; Coatecas Altas en Oaxaca y Tapuchula, Huixtla y Suchiate en Chiapas”, explicaron.
Con este esfuerzo se da continuidad a la labor que realizaron ambas instancias y el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (Sistema Nacional DIF) a través del Fideicomiso Fortalecimiento de la Estrategia de Prevención y Atención a Niñas, Niños y Adolescentes Migrantes y Repatriados No Acompañados.
“Queremos que la migración sea una opción y no una salida forzada, y para ello, todos debemos seguir trabajando con empeño para que todos los mexicanos encontremos en nuestro país las mismas oportunidades. En HSBC México queremos dejar constancia de que si lo hacemos juntos, lo haremos mejor, por ello reafirmamos nuestro compromiso con la sociedad y con la niñez mexicana”, comentó Miguel Ángel Laporta, director de Sustentabilidad Corporativa de HSBC México y América Latina.
El proyecto, que tendrá una duración de tres años, complementará el modelo inicial con elementos que permitan una acción más significativa en el mejoramiento de los medios de vida de las niñas y los niños y sus familias, generando oportunidades para las y los adolescentes. De 2015 a 2018 se trabajará el arraigo, la pertenencia, el desarrollo del potencial, el acceso a servicios de salud y la continuidad en la escuela con los niños, niñas y adolescentes de las comunidades mencionadas. Asimismo se dará impulso a una cultura de paz y ternura para contrarrestar la violencia generalizada que estamos experimentando como sociedad y que también se conforma como uno de los elementos que orientan a migrar.
Migración no acompañada
La migración de niñas, niños y adolescentes no acompañados principalmente hacia Estados Unidos, continúa siendo un problema importante y ha adquirido distintas facetas en los últimos años que demandan de la atención articulada de la sociedad.
De junio del 2014 a la fecha se han registrado en albergues habilitados por el gobierno norteamericano más de 90 mil niñas, niños y adolescentes viajando no acompañados provenientes principalmente de Guatemala, Honduras, El Salvador (países que conforman el Triángulo Norte de Centroamérica) y México, lo que ha sido declarado como crisis humanitaria.
A partir del Programa de la Frontera en México, se han recrudecido las condiciones de recepción en población centroamericana migrante, dejándoles en situaciones de mayor vulnerabilidad y alto riesgo.
Según la Oficina de Washington para Latinoamerica, la Patrulla Fronteriza de EUA detuvo en el 2014, a un número de ciudadanos centroamericanos cuatro veces mayor que en 2011, muchos de ellos niños, niñas y adolescentes. Esto contrasta con el hecho de que de octubre de 2014 a abril de 2015, el número de centroamericanos detenidos en Estados Unidos pasó de 162,751 a 70,448, lo que significó una disminución de 57% con respecto de ese mismo periodo el año anterior; mientras que el número de ciudadanos originarios de América Central detenidos en México se incrementó en 86%, pasando de 49,893 a 92,889.
En este contexto, cabe señalar que no se cuenta con cifras oficiales acerca del número de niños y niñas que migran con o sin compañía y que desaparecen en el trayecto o que logran su cometido. Solo se registran aquellos que por alguna circunstancia llegan a las estaciones migratorias o son canalizados a alguna institución o autoridad.
Niñas, niños y adolescentes que están en movimiento, muchas veces sin recursos, viven en el trayecto a sus lugares de destino muchos peligros que se han agudizado por la presencia cada vez mayor del crimen organizado. Entre ellos podemos señalar: tráfico y trata de personas para explotación sexual o laboral, extorsión y abuso que se suman a la cancelación de sus derechos básicos que supone el tránsito migratorio.
Las condiciones de violencia, incertidumbre e insalubridad que viven niñas y niños en el proceso migratorio, se traducen en golpes, heridas, infecciones en la piel, alteraciones de la memoria, problemas de atención y retención, desarraigo, falta de sentido de pertenencia, miedo, hostilidad, ansiedad, falta de interés, trastornos depresivos, baja autoestima o incluso acciones perjudiciales como consumo de drogas, sexo temprano y tendencias suicidas.